Sabina no sabe aun que cuando estaba en el vientre de su madre su energía de vida, pese a la redondez de su barriga, le dio fuerza y coraje para subir a un avión de Air Europa y con un montón de documentación en mano impedir que una persona senegalesa fuera deportada. Ella estaba en el turno de oficio y le tocó cubrir esa detención [1].Tampoco tiene conciencia aun de que recién nacida, mientras su madre le daba el pecho, con una mano la sostenía y con la otra agarraba los pliegos y pasaba hojas preparando juicios por despidos improcedentes de aparentes “causas perdidas” que ella y su equipo suelen convertir en “causas ganadas”.
La madre de Sabina se llama Arantxa y ella y su compañero, Lluc, son desde hace muchos años de los cientos de abogados que honran el turno de oficio, defensores a ultranza de la justicia pública y gratuita y militantes “probados“ contra las fronteras, la xenofobia y el racismo. Sabina es una nueva habitante del barrio de Lavapiés. La esperábamos hace nueve meses y por fin está aquí entre nosotras y nosotras. Es hija de amor y la promesa de una sociedad alternativa en la que sus padres están empeñados desde el compromiso con los movimientos sociales y el ejercicio de una justicia al servicio de los pobres.