viernes, 29 de enero de 2016

LOS ZAPATOS DE MILU ( Alfa y Omega Enero 2016)


Esta mañana he quedado con Milu para tomar un té en mi casa. Milu y yo nos conocimos hace ya bastantes años. Por entones acababa de venir a España y tenía un sueño: poder reagrupar a su marido y su hija ambos enfermos. Ese fue su motivo migratorio y por ello dejo su pequeño negocio en Bangladés y a su familia, para prepararles un futuro mejor. Su sueño ha tardado 10 años. Hoy Milu vive con Uddin, su esposo y con Rabya, su hija. Trabaja haciendo comida india y vendiéndola por encargo y en lo que le van saliendo en el sector del empleo doméstico y los cuidados.Me telefoneò hace unos días para decirme que tenía un proyecto sobre el que quería que conversáramos. Llegó como siempre puntual, dejando sus zapatos a la entrada y con unas frutas para compartir. Me impresiona siempre el respeto con que se descalza cuando entra en mi casa y el signo de confianza que esto supone en su cultura. Sus zapatos en el pasillo son un sacramento de nuestra amistad y respeto mutuo que ella sabe muy bien dónde y entre quienes hacer, pues en su larga convivencia en España ha aprendido nuevas costumbres sin olvidar las suyas.

Nuestra conversación ha girado en torno a sus preocupaciones por la situación de violación constante de derechos humanos en su país, especialmente los de las mujeres. Recientemente en unos disturbios la policía mató a golpes a su mujer amiga. Desde entones Milu tiene una idea rondándole en la cabeza que ha compartido con otras paisanas y que es el tema de nuestra conversación. Su proyecto es formar una asociación para defensa de los derechos de las mujeres bangladesís, tanto en su país, dando a conocer la situación, como aquí para que sirva también de apoyo para las mujeres que atraviesan dificultades. A Milu le preocupa mucho la realidad de la violencia de género. Ha colaborado con los servicios Sociales en temas de maltrato y por eso está convencida que con sus paisanas esta realidad paisanas hay que afrontarla teniendo en cuenta más parámetros, porque si no nunca se atreverán a contar lo que les pasa ni a romper el círculo de la violencia.

Me ha pedido también el contacto de una amiga de Amnistía Internacional y hemos quedado en seguir conversando.Cuando se ha marchado me he quedado pensativa y me ha venido a la cabeza una conversación que escuché el otro día en el autobús refiriéndose a las mujeres musulmanas como pasivas cerradas sumisas…¡Qué pena que la gente no conozca a tantas Milus que existen!. Lo mismo me ha sucedido al escuchar por la radio esta tarde la intención de Cameron de deportar a las mujeres musulmanas que no hablen inglés. Milu lleva años en el intento de aprender el español y aun no lo ha conseguido. En Reino Unido la habrían deportado

                                            Pepa Torres Pérez. Ap. C.J.

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