miércoles, 11 de mayo de 2016

Madres de locutorio ( Alfa y Omega 12 de Mayo 2016)


No me suele gustar el día de la madre. Además de que es una fiesta consumista  abanderada por el Corte Inglés la maternidad que se ensalza tiene poco que ver con en la experiencia de muchas mujeres con la madre real o con la experiencia de quienes viven una maternidad más allá del modelo esencialista que se impone y cada vez son  más las mujeres que lo rompen. Mujeres que reclaman el derecho a conciliar vida laboral y familiar y mujeres también que reivindican el derecho a migrar, pero también a no migrar. Porque el mayor coste en la vida de una mujer es la maternidad vivida desde un locutorio. 

Farzana ha tardado 8 años en reagrupar a su hija pequeña. El resto de sus hijos no ha podido hacerlo porque sus condiciones de vivienda y salario no alcanzan el baremo exigido por la ley de extranjería. El locutorio es el escenario de su cuidado maternal. Desde el skape revisa las notas de sus hijos, acompaña sus preocupaciones, escucha sus reclamos, ha conocido al novio de su hija mayor, sigue el proceso de incorporación de su hija en la universidad, o la hospitalización de su madre.En el colectivo Territorio Doméstico, en nuestros talleres y asambleas hablamos mucho de cómo afrontar juntas las consecuencias que todo esto tiene en nuestras vidas. La mayoría son mujeres cuidadoras que han dejado de cuidar físicamente a los suyos para venir a cuidar a nuestros familiares, porque el mercado laboral lo propicia, aunque sea en condiciones absolutamente precarias y de sobre-explotación, como en la mayoría de los casos sucede.

 Las migraciones femeninas son en gran parte una consecuencia de la deuda de cuidados. Lo mismo que existe una deuda económica de Norte a Sur y una deuda ecológica, estamos en deuda con millones de mujeres que han dejado de cuidar a los suyos para que las mujeres de esta parte del mundo podamos conciliar. ¿Pero cómo concilian las mujeres migrantes, las madres de locutorio?En Territorio Doméstico hablamos constantemente de estas cosas. Muchas de nuestras compañeras tienen a sus hijos e hijas en sus países. De madrugada, hora española, enganchan con ellos a través del skape. 

Ellas son las protagonistas de las cadenas globales de cuidado. Mujeres que migran como estrategia de supervivencia para sus propios hogares para asumir trabajos de cuidados en otros países y que a la vez dejan a los suyos en manos de otra mujer, de manera que el trabajo de sostenibilidad de la vida queda transferido en base a la categoría de status económico y raza. Un ejemplo muy gráfico son las mujeres argentinas, que cuando migran transfieren el trabajo de cuidados a las mujeres bolivianas. Es la cadena de la sostenibilidad de la vida, siempre sobre las espaldas de las mujeres e invisible en la lógica capitalista. 

Pero estos días estamos también celebrando los avances en nuestra lucha por la ratificación del Convenio 189 de la OIT. Hace unos días, conseguimos avanzar la propuesta en el Parlamento europeo, a partir de la presión de una delegación en Bruselas en la que participaron algunas compañeras, convencidas que sin nosotras no se mueve el mundo y que aunque las políticas migratorias querían, brazos, llegamos personas y que“Sin nosotras no se mueve el mundo”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario