domingo, 1 de abril de 2018

In memoriam. Gentes de Viernes Santo



Descubrí el libro de a Sheilla Cassidi “Gente del viernes santo“ en la década de los 90, en el contexto del acompañamiento de las Pascuas Juveniles que tanto nutrieron mi experiencia de fe. A partir de su lectura me inicié en un ritual íntimo al que todavía permanezco fiel y que consiste en orar con las historias de vida de quienes constituyen mis propias gentes de viernes Santo. 

En aquellos tiempos eran historias de vida de resistencias a las dictadoras latinoamericanas, profetas de la justicia y los derechos humanos en situaciones hostiles: Lucho Espinal, con su  Poesía a quemarropa y su cuerpo torturado y arrojado en el Kilometro 8 de Chacaltaya (La Paz), las monjas asesinadas y violadas en El Salvador por agentes del gobierno por su compromiso y denuncia de los desaparecidos y desaparecidas: Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan. 

Pero poco a poco en mi lista de “gentes del viernes santo“ fueron apareciendo otros rostros y otras historias de vidas vinculadas a los contextos de cuarto mundo: las muertes invisibles de los excluidos y excluidas de los barrios donde vivía y en los que los taxistas se negaban a entrar … las muertes por sobredosis o por SIDA, cuando aún se experimentaba con los retrovirales y la enfermedad era un túnel sin salida… los que fueron arrancados de la vida por violencia o desesperación en las cárceles de los 90 

Hoy mis gentes del viernes santo tienen rostros oscuros y acentos diversos. Son las personas crucificadas por la violencia de las políticas migratorias y las leyes que criminalizan la pobreza o quienes las denuncian: 

-Mame Mbaye, compañero mantero, 13 años en España, sin papeles, que perdió la vida de un ataque al corazón como consecuencia de una persecución policial hace unos días en Lavapiès. 

-Mohamed Bourdebala, hermano argelino, que formaba parte de las 519 personas, entre  ellas mujeres y menores , que fueron encerradas ilegalmente en la cárcel de Archidona y que murió a  consecuencia de la desesperación y la violencia a la que fueron sometidos durante el internamiento 

-Osamuyi Aikpitanvi, que perdió la vida en su resistencia a una deportación (Vuelo Iberia Madrid-Lagos; Nigeria), 2007)   

-Jonathan Sizalima, que murió en una comisaria de extranjería en Barcelona en el año 2009 

-Mohamed Abagui, Idrissa Diallo, Samba Martine, arrancados de la vida por la violencia institucional en los CIES de Barcelona y Madrid . 


-Los muertos de Tarajal y sus familias que continúan clamando justicia pese al archivo y sobreseimiento de su causa en Enero de este mismo año 


-Los cientos de miles de personas desaparecidas en el Mediterráneo y el aumento del 125 % de personas muertas en el 2017 en el intento desesperado de llegar a las costas españolas por la Frontera Sur. Entre las últimas, el pasado 24 de Marzo, dos mujeres jóvenes de Guinea Conakry : Camara Fatoumata y Diallo. 

También en mi lista de “gentes de viernes santo“ esta Pascua oro con la vida de cuatro mujeres activistas recientemente asesinadas por su compromiso con los derechos humanos, los derechos de las mujeres negras y LGTB : Gavia Moreno, del colectivo “ Mujeres del Asfalto”, en Guayaquil; Marielle Franco, brasilera, asesinada por denunciar los abusos y la corrupción de las fuerzas de seguridad en las favelas y María Guadalupe Hernández Flores, más conocida por Kleo, cuyo cuerpo apareció torturado y sin vida en Huanajato tras numerosas amenazas exigiéndola abandonar su trabajo de denuncia sobre los feminicidios en México. 

Sus cuerpos rotos son el cuerpo crucificado de Jesús de Nazaret que se pone en su lugar, no para legitimar la violencia, la injusticia, el sexismo, la homofobia o el racismo, sino para acabar con ellas para siempre…Este cuerpo crucificado de Jesús en sus vidas constituye una memoria peligrosa en la historia que nos urge a amar como Él hasta el extremo ( Jn 13, 1-15) y a hacerlo políticamente ( LS 231) y a su modo 




























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